Guillermo del Toro parece que se ha convertido en una especie de Rey Midas de la industria cinematográfica o, de menos, está en camino de lograrlo. Si obviamos lo fútil que es este adjetivo en el marco del cine nacional –por su carencia de medios para trabajar como industria mayoritaria– debemos apreciar el trabajo de Guillermo fuera de nuestras fronteras para que la idea nos quede más clara.
Desde su inicio en Estados Unidos con Mimic se convirtió en un cineasta respetado y considerado, lo mismo para emprender proyectos ambiciosos como Hellboy que para salvar de la mediocridad a una franquicia poco afortunada, como Blade, dirigiendo su segunda parte. Ni qué decir de su trabajo en España, reconocido al grado de ser nominado al Óscar por El laberinto del fauno y ahora, en su calidad de productor, vuelve a dar de que hablar con El orfanato, presentada por él mismo como “...una película de Guillermo del Toro”, argucia comercial que en México ha servido para confundir al público.
Opera prima, en realidad, de Juan Antonio Bayona, El orfanato se inscribe en género de terror vía fantasmas /casa embrujada para presentar una emotiva historia de amor filial entre Laura y Simón, su pequeño hijo enfermo. La historia es más bien simple: ella creció en un orfanato y ahora, junto con su esposo, compran el viejo edificio donde se crió para convertirlo en una residencia de niños enfermos donde, cómo no, comienza a sentir que cosas extrañas están pasando.
La realidad es distinta: Simón no es otra cosa que el vórtice de sus miedos, representados en los amigos imaginarios que éste ha desarrollado a falta de compañías reales. Sin embargo, no se puede ocultar que en la casa ocurrió algo: un homicidio múltiple que ha tenido como consecuencia que los espíritus de cinco huérfanos vaguen por ahí, intentando llevarse a Simón con ellos.
Cuando los hechos sobrenaturales se desatan, con ellos también vuela la mente la Laura. No es que enloquezca, pero sí escapan de sus manos los hilos de su destino y del pequeño. En él se han fijado los recuerdos y emociones atadas a un pasado triste. Simón no es más que el espejo donde se refleja su pasado y que le advierte de su futuro: ambos destinos, el de madre y del hijo, están irremediablemente unidos en caminos paralelos que se unirán en una misma línea, encontrando el mismo final.
El orfanato se acerca al cine de terror oriental no en la concepción de un fantasma greñudo, sino en su mezcla genérica con el drama, balanceando la historia y permitiendo que el público se identifique con los personajes y la situación. De ahí que se presente en la pantalla, más que una historia del género al alimón, un acercamiento a la neurosis de Laura, quien en los puntos más álgidos de la trama, se deja llevar por suposiciones que rebazan la cordura, aun cuando las pruebas fehacientes la desmientan.
...y no se trata de descalificar a la cinta, por el contrario, es para aplaudir de pie que en una película de fantasmas (que los tiene), cuya obligación es asustar al que paga su boleto (¡y miren que lo logra!), se pueda trenzar el hilo e invertir el sentido del discurso clásico: en El orfanato, a diferencia de otras cintas, no existe la maldad. No hay un “mal” al cuál se deba de vencer, ni exorcizar. Policía, psiquíatras y mediums salen sobrando porque aquí, el mal es circunstancial, producto del azar, simples coincidencias enteramente humanas que cobran su factura restregándonos en la cara que, a fin de cuentas, como humanos, estamos expuestos al horror cotidiano provocado por una ineptitud, por un descuido o un enojo, condenándonos a un descenlace innevitable donde las lágrimas no bastan para perdonar y mucho menos para remediar.
Eso es lo que desgarra el alma, es ahí donde habita el miedo.
EL ORFANATO
Dirección: J. A. Bayona; Guión: Sergio G. Sánchez; Producción: Guillermo del Toro, Mar Targarona, Joaquín Padro, Álvaro Agustín; Fotografía: Óscara Faura; Música: Fernando Velázquez; Edición: Elena Ruiz; Con: Belén Rueda (Laura), Fernando Cayo (Carlos), Roger Príncep (Simón), Mabel Rivera (Pilar), Montserrat Carulla (Benigna), Andrés Gertrúdix (Enrique), Edgar Vivar (Balabán), Óscar Casas (Tomás), Geraldine Chaplin (Aurora)
España, 2007 105 min.
Participaciones: Festival Internacional de Cine de Cannes, Francia 2007; Festival de Cine FrighFest de Londres, Gran Bretaña 2007; Festival Internacional de Cine de Toronto, Canadá 2007; Festival de Cine Fantástico de de Austin, Estados Unidos 2007; Festival de Cine Amor y Anarquía de Helsinki, Finlandia 2007; Festival de Cine de Nueva York, Estados Unidos 2007; Festival Internacional de Cine de Cataluña – Sitges, España 2007; Festival Internacional de Cine de Morelia, México 2007; Festival Internacional de Cine de São Paulo, Brasil 2007