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Creo que la mejor manera para empezar el presente texto, será sentenciarlo del siguiente modo:
No me malinterpreten. Una de las principales virtudes del que es considerado el único videohome “de culto”, es precisamente que exuda vulgaridad de una manera natural, sincera y sí, también muy divertida. No es casualidad entonces, que
Es curioso. Cada vez que los pelados de Revista Cinefagia, tenemos la oportunidad de hablar de Christian González, nos referimos a él como un autor maldito con comprobadas aptitudes y que anda necio con que el videohome pueda ser tomado en serio como una alternativa para hacer cine de calidad, a bajísimos costos y redituable; pero quien sabe por qué demonios hemos pasado de largo que a través de su inclasificable y abultada filmografía, ya está acostumbrado a sacarle ronchas a más de uno; representando esa sordidez y restregando lo peor que nos caracteriza: lo prosaico, mediocre, mezquino y ojete. Vaya, tal pareciera que Christian González disfrutara de sobremanera haciendo eso.
Digámoslo de esta manera: evitar que una libre adaptación de Carmen (original de Prospero Merimee), cuyas acciones transcurren en barrios proletarios, se convierta en una gracejada fácil y lograr en su lugar que el espectador que se acerque a la también conocida como Ritmo, Traición y Muerte, pueda sentirse realmente identificado o sumamente ofendido; al oler la grasa de las fritangas de los puestos que se encuentran en la base de microbuses; oír a todo volumen las cumbias rasposas en los salones de baile de Tacubaya y apreciar el ambiente idiosincrásico que permea a través de toda la película; sólo se obtiene estando orgulloso de que se esta hablando con conocimiento de causa.
Ya lo hizo con su oda a la misoginia Por un Salvaje Amor (1992) y con su particular versión de Edipo: Me Llaman Madrina (1996 -1997), trasladada a un mundillo decadente donde conviven judiciales amorales, raterillos resentidos con la sociedad, travestís y ex vedettes que viven de glorias pasadas.
También lo hizo con ese turbio thriller erótico, Cumbia Cachonda (2001) y en cierta medida sus videohomes psicotronicos-trash tipo El Clon de Hitler o Narco Gays (ambas del 2002), se regodean gozosamente en lo grotesco.
A pesar de todo ello, pienso que Christian González no ha podido superar del todo, el mito popular en el que se ha trastocado su Cumbia Asesina.
Atribuyo esto, al otro factor por lo que La Cumbia Asesina es un hito: haber creado un icono. Y ese icono se llama Eva Garbo.
Me atrevo a describir brevemente la primera secuencia de
Un corte nos muestra a Carmen frente a un altar para
Esta secuencia es suficiente para saber que así como Carmen le volará la cabeza tanto a ese judicial-padrote-dealer-ojete apodado “El Drácula” (Sebastián Ligarde), como al líder de una banda de punks lumpenes, conocido como “El Combi” (Jorge Luke); dentro de un triangulo amoroso que no dejara títere con cabeza, por que estos personajes marginales, aprenderán que por muy puta, por muy gandalla, o por muy mujeriego que se sea; eso de las pulsiones humanas y pasionales si calan cuando te llegan; hará lo propio con el púublico natural del cine populachero y chatarra.
Y es que
Digamos que Carmen trascendió el imaginario colectivo y sobrepaso a Eva Garbo y ella se la creyó. No es raro entonces, saber en voz del propio Christian González, que después de
Cuando Christian me cuenta que su primera opción para el personaje de Carmen era Irene Arcila y que sólo su embarazo le impidió protagonizar la película; me pongo a pensar cuál hubiera sido el resultado. Seguramente uno muy distinto.
Por ultimo, existe un factor externo que de alguna manera ayudo a
Independientemente que si es malísima, (una farsa innecesaria que nunca encuentra el rumbo); la película no tuvo ni de lejos el mismo impacto que su antecesora por que la época no fue generosa con ella: ya saben, un mercado del videohome cayéndose a pedazos, un público que dejo de creer en lo que los productores ofrecían, una urgencia en maquilar lo que fuera con tal de vender, la vista de las principales compañías productoras puesta en la sala de cine intentando transferir lo “popular” a otro nicho, etc.
En resumen, tenemos que aunado a su aire netamente nacional y su icono femenino que creo; cada minuto pasa algo (peleas en una cantina de mala muerte, un viejo teporocho que vomita a cada rato, una cena romántica en una puesto de grasosos tacos, sexo en una morgue, un travesti que tortura a un pobre diablo, balazos, encuentros casuales en un paso a desnivel llenos de orina y suciedad, asesinatos en lotes baldíos, bailes guapachosos en una zapatería y un largo etcétera); para poder afirmar que Ritmo, Traición y Muerte:
Ritmo, Traición y Muerte:
Dirección, Guión y Producción: Christian González; Fotografia: Juan Carlos Martín; Con: Eva Garbo (Carmen), Sebastián Ligarde (El Drácula), Jorge Luke (El Combi), Carlos Espejel (El Moco)
México, 1991 90 min.