JUNO: CRECER, CORRER, TROPEZAR / Juno

Por: José Luis Ortega Torres


Ver Juno justo la semana en que se conmemoró en México el Día de la Familia y más aun en vísperas del Día Internacional de la Mujer me exigió retrasar la escritura del texto algunas semanas para evitar estar influenciado por sentimentalismos propios del canal de las estrellas. Esta táctica me funcionó para tomar distancia y convencerme de que sí bien todo mundo dice que se trata de una película “bonita”, lo correcto sería decir que Juno es una cinta increíble. Ojo, me refiero a “increíble” en el estricto sentido de su falta de verosimilitud y no como adjetivo admirativo.

El segundo largometraje de Jason Reitman (Gracias por fumar, 2005) es un filme construido casi a la perfección, con todo y que la historia aborda un tema complicado y condenatorio casi por necesidad, como lo es el problema de la paternidad adolescente no deseada, lo que por extensión nos hablaría del ejercicio de una sexualidad irresponsable y demás clichés temáticos del estilo juventud = inmadurez = estupidez. La sorpresa reside en que evita caer en escollos de índole moralista y expone los tópicos descritos con una honestidad sorprendente para una cinematografía como la estadounidense, que en un amplio porcentaje lo único que busca es dar clases fílmicas de civismo y moral republicana en estos tiempos aciagos donde respetables gobernadores “cero tolerancia” son desenmascarados como asiduos clientes de prostíbulos.

La mirada y pulso femeninos son obvios en esta cinta cuya manufactura no presume de alardes técnicos, ya que justamente es su tono naturalista el que busca sentar credibilidad en su historia, con un guión escrito con la frescura propia de una hermosa mujer ex-bailarina de congal, encueratriz de peep show, voz cachonda de hot-line y de la que nadie creía que era egresada de la Universidad de Iowa con estudios en medios de comunicación y que hoy, después de ganar el Óscar por esta cinta, es mundialmente famosa por su pseudónimo de Diablo Cody, y no por su nombre de pila de Brooke Busey.

Cine para mujeres hecho por mujeres, con todo y que la dirije Reitman. Juno es una post puberta como millones de chicas alrededor del mundo que resulta embarazada de su mejor amigo. Ambos son aun escolares e incapaces de ver por sí mismos y mucho menos por un bebé, así que ella, haciendo uso de su legítimo derecho a decidir, opta por darlo en adopción en cuento nazca, contando con todo el apoyo de su comprensivo padre y su madrastra-buena-onda.

A vuelo de pájaro podemos decir que Juno es una buena película. Es emotiva, tierna, divertida y socarrona. Es también femenina y feminista (en el sentido no peyorativo), bien intencionada; con un soundtrack que se te graba en la memoria y un final dulce sin ser necesariamente empalagoso. Entonces ¿Por qué a pesar de sus enumerada virtudes y de SÍ gustarme, NO me convence?

Simple: el problema no radica en la película, sino en el contexto en que ésta se mire. Conforme avanza podemos atestiguar que “las cosas marchan bien”, así, entrecomillado, es decir, tan sólo en apariencia, porque lo evidente indica lo contrario: Juno está embarazada pero no hay problema, su decisión de entregarlo en adopción no es ni siquiera mínimamente cuestionada por su padre, lo que nos dice que, o es un baquetón irresponsable, o algo en la historia no va bien. El encontrar a la pareja de padres sustitutos perfecta en un boletín que parece el aviso oportuno puede indicar dos cosas: o se trata de un engaño y en realidad son traficantes de niños o, definitivamente, algo en la historia no va bien.

Ya desde que se presenta a la pareja de padres adoptivos en pantalla se nos indica que las cosas para nada son como las pintan: planos cerrados muestran detalles de un cuello de camisa que se ajusta, unas mancuernillas que se ciñen a unos puños impecables, etc. Es decir, una obsesiva perfección en la imagen. Uno pensaría que se trata del varón, pero en realidad se trata de Vanessa, una mujer de mundo: hermosa, profesionalmente exitosa y al transcurrir el metraje descubriremos que también es valerosa. Su mundo perfecto se ve manchado por la imposibilidad de tener hijos.

Su marido complementa la relación más por sumisión que por empatía: él es la figura femenina que ha sido nulificado en su decisión y personalidad, arrumbado en un rincón de la casa tal y como lo han sido sus instrumentos musicales. Temeroso de lo que viene al enfrentarse a una paternidad que no pidió y que le está siendo impuesta, opta por cortar de tajo: sale huyendo. No importa, la película es de mujeres y para mujeres. Por eso la figura del huidizo papá Mark sale de pantalla sin la menor gracia y Juno decide que el bebé de todas formas estará bien tan sólo con una mamá postiza.

Así vemos pasar por la pantalla situaciones que nos resultan, si no descabelladas, cuando menos impensables. Repito, es el contexto. Somos nosotros, la sociedad mexicana, que está acostumbrada a juzgar y señalar con índice de fuego a las chavitas embarazadas y donde un maniático sexual apellidado Serrano Limón y su torva pléyade de seguidores afiliados a Provida hacen impensable un aborto juvenil, aun cuando ya existe una ley que lo permite, una sociedad que esconde la cabeza antes que educar sexualmente a sus hijos, un país donde la célula familiar aun está fuertemente (¿desequilibradamente?) unida y antes que regalar al chamaquito en cuestión prefieren que lo cuide la abuelita-buena-onda, previa cachetiza del jerarca familiar herido en su orgullo de macho burlado, sobre la suripanta que manchó el árbol genealógico.

...en fin, que le vamos a hacer, aquí nos tocó vivir y de estos casos todos conocemos uno, de ahí que un filme como Juno se nos antoje más bien como un edulcorado cuento de hadas de una sociedad que se desmaterializa casi al mismo tiempo que la independencia del individuo se convierte en el común denominador de generaciones de quinceañeras(os) y profesionistas -varones y féminas- donde cualquier atisbo de responsabilidad se convierte en un ancla, como justa consecuencia y derivación del american way of life heredado de la generación Reagan, algo que aun no hemos aprendido a vivir... hasta en eso estamos retrasados.



JUNO: CRECER, CORRER, TROPEZAR

(Juno)


Dirección: Jason Reitman; Guión: Diablo Cody; Producción: Lianne Halfon, John Malkovich, Mason Novick, Russell Smith, Kelli Konop, Jim Miller, Brad Van Arragon Fotografía: Eric Steelberg, Música: Mateo Messina; Edición: Dana E. Glauberman; Con: Ellen Page (Juno MacGuff), Michael Cera (Paulie Bleeker), Jennifer Garner (Vanessa Loring), Jason Bateman (Mark Loring), Allison Janney (Bren MacGuff), J. K. Simmons (Mac MacGuff), Olivia Thirlby (Leah)

Estados Unidos – Canadá, 2007 96 min.

Participaciones: Festival Internacional de Cine de Comedia de Alpe d'Huez (Gran Premio), Francia 2007; Festival Internacional de Cine de Gijón (Premio Especial del Jurado Joven), España 2007; Festival Internacional de Cine de Roma (Premio a Mejor Película), Italia 2007; Festival Internacional de Cine de San Luis, Missouri (Premio de la Audiencia a Mejor Película), Estados Unidos 2007; Festival de Cine de Estocolmo (Premio de la Audiencia), Suecia 2007; Festival Internacional de Cine de Telluride, Estados Unidos 2007; Festival Internacional de Cine de Toronto, Canadá 2007; Festival de Cine de Londres, Gran Bretaña 2007; Festival Internacional de Cine de Tesalónica, Grecia 2007; Festival Internacional de Cine de Palm Springs (Premio al Director de Vanguardia), Estados Unidos 2008; Festival internacional de Cine de Róterdam, Holanda 2008; Premio BAFTA a Mejor Guión Original, Academia Británica de Cine y Televisión, Gran Bretaña 2008; Premio Óscar a Mejor Guión Original, Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, Estados Unidos 2008.