La explotación es un fenómeno recurrente en las llamadas cinematografías periféricas. El hecho de colgarse del éxito de una película o personaje de éxito y maquilar descarados plagios es una práctica común, sobre todo dentro del cine de género fantástico. México, por supuesto, no estuvo exento de esta moda fusilera y en 1967, apenas un año después de que Leslie H. Martinson dirigiera Batman (1966) –el primer largometraje sobre el personaje de comic creado por Bob Kane– nació para orgullo azteca su contrapartida femenina, la muy saludable Bat Woman.
Recuerdo que la película la vi de niño y me emocionó por las bellísimas curvas de Maura Monti, la protagonista, que hacía palpitar mi calenturiento cerebro de infante. Después, en uno de los legendarios maratones del Cine Club José Martí dedicado al cine chatarra mexicano allá por el año 2001 ó 2002 y rodeado de un buen grupo de amigos gozosos del desmadre. Finalmente hace un par de semanas en la comodidad de mi sala gracias a la magia de la piratería en VCD.
Si bien en el Batman de Martinson, Lorenzo Semple Jr., su guionista, se basó mayormente en la serie homónima de televisión escrita por él mismo y no tanto en las historietas, la sola presencia de Adam West y Burt Ward como la inefable pareja de Bruce Wayne / Batman y Dick Grayson / Robin bastaba para mantener centrada la atención en sus correrías, mientras ambos se movían despreocupadamente por laboratorios malignos, baticuevas de foquitos, escalaban interminables paredes y luchaban a ritmo de “zaz”, “pow” y “crash” en una especie de intertítulos multicolor que llenaban la pantalla y hacían las delicias del auditorio.
Pues bien, esa magia propia del serial y del primer largometraje se pierde por completo en su traslación al clon azteca, híbrido entre aquel héroe de historieta y una suerte femenina de Santo o Blue Demon. Efectivamente, la moda impuesta por el cine de luchadores –aquí ya en franca decadencia– es el pretexto ideal para la historia escrita con muy poca fortuna por Alfredo Salazar y que llevó a la pantalla el cada vez más psicotrónico René Cardona, actor y director cubano enraizado en México, rey del cine basura nacional y padre de toda una dinastía de maquileros cinematográficos de pocos escrúpulos.
Varios luchadores han aparecido muertos en las playas de Acapulco. El misterio ha rebasado por completo a la policía, que se ve en la necesidad de recurrir a la legendaria Bat Woman, justiciera enmascarada que vaga por el mundo y de la que se sabe poco, excepto que es inmensamente rica y que ha puesto su fortuna al servicio de la ley. Solamente dos hombres, Mario y Tony conocen su verdadera identidad y son ellos quienes habrán de ayudarla a resolver el caso. Los crímenes son obra del doctor Eric Williams, renombrado neurocirujano desaparecido que experimenta con la creación de una criatura anfibia por medio de la mezcla de la glándula pineal de luchadores con estructuras de peces.
Ahí esta nuevamente el esquema del mad doctor recurrente en cientos de filmes de serie Z, mezclada con el exotismo de la lucha libre, que se utiliza únicamente como mero pretexto para incluir largas escenas de combate en cuadrilátero que en nada ayudan al desarrollo de la cinta y ni siquiera son medianamente entretenidas.
Cabe decir que la misteriosa Mujer Murciélago, interpretada como ya dijimos por la muy apetecible actriz italiana Maura Monti, poseedora de un muy bien tornado cuerpo, se pasa la peli corriendo feliz de la vida ataviada únicamente con un diminuto bikini azul que hace juego con su capita y máscara al estilo de la utilizada por Adam West en el original estadounidense.
Admirarla en este llamativo atuendo es razón suficiente para ver la cinta, aunque en los momentos de combate dentro del ring, sea doblada –nunca mejor dicho– por una robusta stunt enmascarada que utiliza un leotardo gris de cuerpo completo, para insatisfacción de los voyeuristas espectadores que siempre esperamos ver algo más de la Monti, quien por otro lado paga la deuda paseándose de forma gratuita durante toda una escena en un monísmo baby doll verde.
Ahora bien, siendo sinceros no hay nada más en esta película que no sea pena ajena al ver a dos grandes actores del mejor cine mexicano de la época de oro venidos a menos: Roberto Cañedo en plan francamente divertido haciéndola de científico loco de perenne carcajada malévola que se divierte jugando con su infaltable ayudante Igor, el joronche de marras que le ayuda a mantener en una pecera a un muñequito del monstruo de la Laguna Negra que habrá de crecer hasta convertirse en el monstruoso Piscis, la criatura que tanto ha buscado crear a bordo de su laboratorio flotante, el Reptílicus, que según el guión, dejó ya un rastro de cadáveres por los puertos de Hong kong y Macao, para venir a desembocar en Acapulquito. La otra leyenda caída en desgracia es David Silva, este sí con una cara de flojera en el papel de falso ciego cómplice del mad doctor.
Por si fuese poco, bien es sabido el nulo talento que como director demostró papá Cardona, pero nada mejor que esta película para dejarlo asentado. Los actores, además de los dos ya mencionados, carecen por completo de guía y recitan sus parlamentos al borde del sueño o de la carcajada, según sea el caso. La continuidad es inexistente, la fotografía es plana y los (d)efectos especiales del muñequito de plástico y de un traje de hombre rana, ni para que mencionarlos. Una perdida completa de dinero, tiempo y esfuerzo que, con todo, logró ver luz en marzo de 1968, compartiendo cartel con películas como Onibaba, de Kaneto Shindo y la melodramática interpretación de Sidney Potier en Al maestro con cariño, estrenadas en nuestro país durante ese mismo mes.
Conclusión: si eres un niño calenturiento gustoso de ver mujeres de verdad (y no anoréxicas dientonas y “rebeldes”) o estás con un grupo de cuates con chelas y pizza en mano, Bat Woman puede hacerte pasar un momento de locura. De lo contrario, la jodidez de la producción, lo estúpido del argumento y lo deleznable de la dirección pueden llevarte a sufrir los 80 minutos más insoportables de tu vida.
LA MUJER MURCIÉLAGO
(Bat Woman)
Dirección: René Cardona; Guión: Alfredo Salazar; Producción: Guillermo Calderón Stell; Fotografía: Agustín Jiménez; Música: Antonio Díaz Conde; Edición: Jorge Bustos; Con: Maura Monti (Bat Woman), Roberto Cañedo (Dr. Eric Williams), Héctor Godoy (Mario Robles), David Silva (José), Crox Alvarado (Inspector), Armando Silvestre (Tony), Jorge Mondragón (Igor)
México, 1967 80 min.