«Blue Beetle». Desabridos "mexicanismos" fast-food


 

Por José Luis Ortega Torres


I.


Blue Beetle llegó, en su momento, a las pantallas de cine como un estreno sin un plan de comercialización bien definido. 


Originalmente, el tercer largometraje como realizador del también productor y guionista puertorriqueño Ángel Manuel Soto, se supone que sería la punta de lanza del nuevo Universo Extendido DC, proyecto conformado por diversos superhéroes hasta ahora poco (o nada) explorados, dando pie a un reinicio del DCEU destinado a estrenos exclusivos en HBO Max, según el concepto (y capricho) de Walter Hamada, flamante CEO de DC Films a inicios de la presente década, destino para las producciones “modestas” con vía de obtener a cambio un retorno de inversión rápido y redituable. 


Así fue como se anunció el proyecto BB en el evento virtual de la DC FanDome en octubre de 2021, sin embargo, un par de meses después, en diciembre, se decidió que este filme llegaría a las salas de cine en 2023. Lo extraño fue que, cuando llegó el momento de la promoción para su inminente estreno, en lugar del fastuoso despliegue de medios acostumbrados para cualquier lanzamiento de películas de superhéroes, la promoción tan sólo se limitó a la presentación del arte gráfico, el tráiler y una “campaña” en redes sociales que surgió de los fanáticos más que de la empresa, bajo el muy gris tagline de Blue Beetle. 18 de agosto sólo en cines.


Por eso, esta “modesta producción” que costó 104 millones de dólares, recaudó en su primer fin de semana la ridícula cantidad de 25 mdd (exhibiéndose en más de 3,800 salas de los EU). A la fecha, el descalabro económico es innegable: poco más de 129 mdd de recaudación ¡en todo el mundo!, de los cuales, apenas 72.5 mdd corresponden a la taquilla gringa… es decir, que ni siquiera cubrió la inversión inicial. 


Bruna Marquezine, Ángel Manuel Soto y Xolo Maridueña. Autor, crédito y Derechos de autor:  Eric Charbonneau.

Es evidente, pues, que el DCEU continúa hundiéndose en la mediocridad, a pesar de las grandes “innovaciones” de Hamada. Y se hunde no sólo en sus métricas de inversión/retorno, sino también en lo netamente fílmico-discursivo, como veremos a continuación.


La pregunta, más allá de cuestionar las nulas y/o fallidas estrategias de mercadotecnia es, ¿qué aporta Blue Beetle al ya sobre-explotadísimo subgénero de superhéroes? La(s) respuesta(s) se escriben sola(s): 


  1. En los aspectos meramente técnicos, nada. Ahí está el despliegue de CGI y F/X perfectamente bien realizados, lo que en sí mismo no representa ningún mérito, porque son los obvios y necesarios hoy en día para cualquier película de acción que pretenda mantener capturada a su audiencia por al menos dos horas.


  1. Histriónicamente hablando, cumple. Como también se va haciendo ya una costumbre del sub-género (sin importar la marca/título/héroe al que se adapte), nos encontramos dos grupos de actores bien definidos: los maduros, por lo regular, actores más o menos consagrados que servirán de apoyo y contrapunto dramático a un puñado de actores jóvenes que son lo encargados de empujar a la franquicia hacia el futuro con interminables secuelas, eternizándose así en los roles asignados.


  1. En lo argumental, vergüenza y absoluto desconocimiento, como veremos a continuación.




II


El guion de Blue Beetle viene firmado por el guionista mexicano Gareth Dunnet-Alcocer, de quien sólo conocemos anteriormente la adaptación para el mercado americano de Miss Bala, filme escrito y dirigido en 2011 por Gerardo Naranjo, cuyo remake llegó en el 2019 bajo la dirección de Catherine Hardwicke. Recalco que en la escasa biografía del guionista se acredita su nacionalidad mexicana. 


Por otra parte, la realización del Escarabajo Azul corrió a cargo del puertorriqueño Ángel Manuel Soto, de quien ya conocemos su espléndida segunda película, el drama coral La granja, exhibida y premiada en el FIC de Guadalajara en 2016 como Mejor Ópera Prima Iberoamericana. Más recientemente, Soto alcanzó notoriedad gracias a su serie documental Menudo: Forever Young, que sigue la historia de la legendaria boy-band boricua para HBO Max, relación laboral que quizás lo vinculó a éste proyecto del DCEU que, recordamos, originalmente fue pensado para ser lanzado por esta plataforma.


Hago énfasis en los orígenes tanto de Dunnet-Alcocer como de Soto no por xenofobia, sino con profunda sorpresa y desagrado al ver lo que han puesto en escena: una retahíla de clichés y estereotipos de lo que el ojo yanqui percibe (¡y celebra!) como “lo mexicano”, sin entender la verdadera simbiosis afectiva que se genera en el seno de la familia-muégano-mexicana que es real, existe, y no hay manera de ponerlo en duda, pero que va mucho más allá de la visión tragicómica impuesta por los estándares de la televisión mexicana y del mercado latino estadounidense.


Un papá migrante y luchón, cuyos sacrificios apenas le han alcanzado para hacerse de un taller embargado y una casa que están a punto de perder. Una madre resignada que no pierde la enjundia ante la adversidad. Una hermana misántropa. Un tío huevón, fodongo, conspiranoico y mexicánico (pronúnciese mecsicánico) de caricatura y una abuelita-dinamita chistosona y bravucona, conforman la familia de Jaime Reyes, el único miembro de la estirpe que ha logrado salir del nido, huir de Palmera City (ciudad ficticia que sustituye a la original El Paso, Texas, de los cómics) y concluir sus estudios universitarios para volver a casa y darse cuenta de que el american dream está más lejos de tener un título y más cerca de ser un mozo de limpieza en casa de millonarios.


El azar y la galantería latina lo lleva a conocer a Jenny Kord, heredera del imperio tecnológico Kord que, enfrentada a su ambiciosa tía Victoria (¡Susan Sarandon!), le roba un escarabajo de origen extraterrestre que la villana pretende usar para el desarrollo de un traje-armamento-máquina-de-guerra para crear al soldado perfecto… o algo así. Escarabajo que llega a manos de Jaime cuando Jenny debe huir, más tarde, de la furia de su tía y el asedio de su esbirro semi-cyborg, Carapax. El resto lo sabemos: el escarabajo se funde en el cuerpo de Jaime, naciendo así este nuevo superhéroe azul.



Poco más o menos y sin spoiler de por medio (eso se ve en el tráiler) este es el arranque de una serie de encuentros-desencuentros entre Jenny, Jaime y su familia pegoste que lo lleva hasta la puerta del edificio de Industrias Korg para echarle porras, literal y ruidosamente, cuando va a buscar el empleo prometido por Jenny (antes de iniciar la situación arriba descrita).


Pero, más allá de la típica película de origen de un héroe que debe enfrentar sus miedos, llorar sus pérdidas, refrendar sus valores éticos y de paso encontrar el amor mientras salva a Palmera City, lo que entrega Blue Beetle no basta para elevar la película más allá del correcto despliegue tecnológico del CGI y un diseño de vestuarios y armas lo suficientemente atractivo para crear personajes memorables que aseguren la continuidad de la franquicia: corrección técnica que, en nuestros tiempos, no significa nada más que haber cursado con propiedad la academia de cine y acreditar los cursos informáticos del manejo de las diversas plataformas digitales.


El fondo es lo que debería marcar la pertinencia y permanencia de estas películas y es justo en lo que menos se trabaja, y es ahí donde el mexicano Gareth Dunnet-Alcocer falla estrepitosamente en su responsabilidad de guionista, sobrecargando de clichés a cada uno de sus personajes haciéndolos planos, derivativos y, por lo tanto, absolutamente predecibles: el sacrificado padre continuará sacrificándose in-extremis, la compungida madre seguirá doliente; pero, donde realmente se vuelve esto una pantomima, es en la “evolución” del tío fodongo al descubrirse, sin justificación alguna, en una especie de inventor loco, mientras que la abuela se descubre como soldadera de la Revolución Mexicana de canosas trenzas al aire y carabina al hombro, disparando ahora rayos de alta tecnología, eso sí. 



Y no es broma, en verdad se habla de que la abuela luchó en la Revolución, lo que demuestra la ignorancia del mexicanísimo Dunnet-Alcocer puesto que, de ser así, Nana Reyes tendría más de 123 años de edad. Está bien que en cualquier película se permiten ciertas licencias históricas o poéticas, pero no mam_s. 


En cambio, sí que demuestra su “vena mexicanísima” al incorporar en la historia imágenes que despiertan la nostalgia de la abuela: escenas de las memorables Macario (Gavaldón, 1960) u otra muy significativa de Cronos (Del Toro, 1993), que hace una analogía bastante obvia entre el Cronos (la maquinaria) sobre la mano de Federico Luppi y el escarabajo alien con Jaime, previo a su conversión en el héroe. 


Pero la joya (o joyas) de la corona, son dos referencia obvias e infaltables en ese mexicanismo de fast-food tan yanqui: arrancarse cantando y bailando María la del barrio a la primera oportunidad e incorporar al Chapulín Colorado como la quintaesencia de la mexicanidad noble, humorística y enjundiosa. 


Jodidos pero contentos. Jodidos pero aguantadores. Jodidos, pero finalmente, heróicos. 



BLUE BEETLE


Dirección: Ángel Manuel Soto; Guion: Gareth Dunnet-Alcocer; Producción: Zev Foreman, John Rickard; Fotografía: Pawel Pogorzelski; Música: The Haxan Cloak (Bobby Krlic); Edición: Craig Alpert; Con: Xolo Maridueña (Jaime Reyes), Bruna Marquezine (Jenny Kord), Damián Alcázar (Alberto Reyes), George López (Rudy Reyes), Adriana Barraza (Nana Reyes), Elpidia Carrillo (Rocío Reyes), Susan Sarandon (Victoria Kord), Raoul Max Trujillo (Carapax). Belissa Escobedo (Milagro Reyes).


Estados Unidos, 2023 - 127 min.