10,000 A. C. / 10,000 B. C.

Por: Rodrigo Vidal Tamayo


No es otra tonta película de verano.

Con justa razón se cree que las películas realizadas ex profeso para atraer gente a la taquilla –comúnmente estrenadas en verano por ser el período vacacional, aunque en realidad comienzan a aparecer desde marzo- son obras vacías, hechas con la idea de apantallar a la gente e impedir una posterior discusión sobre ellas, pues su contenido no da para una retroalimentación posterior.

Ejemplos de lo anterior tenemos con los hits del año pasado: Transformers habrá sido lo espectacular que quieran (¡Y vaya que lo fue!) pero no tuvo carnita como para buscarle alguna analogía de esas que la ciencia ficción dura sabe manejar muy bien. Spiderman 3 provocó la salivación de todos los nerdos que queríamos ver a Venom en la pantalla grande pero termino siendo tan intrascendente como las últimas aventuras del arácnido en los cuentos (aunque por obra y gracia de Stan lee ello no impidió que fuera un festín orgásmico de viñetas con movimiento). A lo que voy es que cuando la crítica snob se queja de la pobreza ideológica en el cine hollywoodense, tiene argumentos de sobra con los gringamente llamados blockbusters, pues es muy cierto que la gran mayoría de esas cintas –a pesar de lo que puedan recaudar en taquilla- no serán recordadas de aquí a cinco años.

Sin embargo, de repente salen películas que tienen todo a favor para ser churros estrepitosos y que, por razones sólo conocidas por el gran bromista cósmico, resultan ser agradables sorpresas, tanto en la forma –efectos especiales, fotografía, actuaciones- como en el fondo –contenido social, científico y/o cultural (sí, ya sé, lo cultural engloba a lo anterior pero para fines demostrativos los voy a separar)-. El año pasado tuvimos ejemplo de esto en la infravalorada Primitivo (Primeval), película que se promocionó como una más de animales asesinos (y lo es) pero que en realidad se trata sobre una denuncia acerca de la violación a los derechos humanos en África, la hipocresía gringa sobre temas tan sensibles como la esclavitud y el racismo (puestos en boca de un negro, ni más ni menos) y algo de ecologismo medianamente bien fundamentado. A riesgo de sonar pedante, he de admitir que la gente salía de ver Primitivo echando pestes acerca de lo exagerado y ridículo que resultaba el cocodrilote, e ignorando el trasfondo social que la cinta ofreció. Claro, como no era el bellísimo Leo Di Caprio pegándole de gritos a un negrote, entonces no hay contenido intelectual (si no entendieron vean Diamante de Sangre) ni nada que nos haga reflexionar.

Todo el rollo anterior es la excusa para justificar porque una película como 10000 a. c. merece una oportunidad a pesar de tener el estigma de estreno taquillero. Si bien es cierto que tiene todos los ingredientes para ser un bodrio –actuaciones apenas convincentes, agujeros negros en el guión, anacronismos en abundancia-, no son los muy convincentes efectos especiales o el tono épico lo que le da una identidad a la cinta, ese honor recae en la fundamentación histórico-antropológica con la que el guionista pretende darnos una cátedra del devenir cultural humano.

Ambientada a fines de la última glaciación (de ahí el título), la cinta es la historia de una pequeña comunidad de cazadores-recolectores que ven como su estilo de vida está pasando a mejor idem debido a la recesión de los hielos. Los mamuts espacian cada vez más sus migraciones, la vegetación está cambiando y lo peor es que son asaltados por una horda de ¿bárbaros?, que ya manejan metales y saben montar a caballo. Por supuesto que esto último no tendría mayor relevancia –recuerden que en aquellos tiempos lo imperante era la sobrevivencia del más fuerte… esperen, nada ha cambiado- de no ser porque entre el botín que los asaltantes se llevan figura la muchacha guapa, amor del muchacho chido. Así pues, la cinta trata sobre la aventura del galán persiguiendo a los captores, que a todas luces parecen medio orientales, para recuperar a la belleza caucásica que por derecho (¿?) le corresponde.

Añádanle a lo anterior una cacería de mamuts –muy bien realizada, tanto en los efectos especiales como en la sustentación estratégica-, unas ambientaciones magistralmente fotografiadas, el ataque de aves gigantes muy parecidas a las recreaciones que se han hecho de fósiles del Phorusrhacus (organismo que habitó en la Patagonia a mediados del Mioceno), la doma de un Smilodon o tigre dientes de sable, y que fue dirigida por Roland Emnerich, quien nos trajo películas que van de lo abominable –el Godzilla gringo- a lo estúpidamente divertido –El día después de mañana-, para suponer que 10000 a. c. es otro churro progringo, reaccionario, amañado e idiota, lo curioso es que no es así, por lo menos si se le mira con otros ojos.

Al mismo tiempo que es una película de acción, 10000 a. c. también habla sobre el cambio de guardia que se dio en algún momento del pasado, en el que se dejó de adorar a la divinidad femenina para comenzar a idolatrar al falo. Este cambio de zeitgeist queda más que patente desde el mismo inicio de la cinta en el que una voz en off nos menciona que la persona más importante de la tribu principal de la cinta es una mujer, a la que todos respetan y escuchan. Es cierto que en parte se le respeta por poseer poderes mágicos, y para la cinta se representan como tal, pero hay que recordar que ello no es más que una alegoría acerca del embarazo y de la mujer como originadora de vida. ¿Recuerdan esas estatuillas de mujeres rollizas que se han encontrado en yacimientos europeos? Supuestamente representaban a mujeres fértiles cuya complexión les permitía tanto sobrevivir al parto como alimentar mejor a las crías. No es de extrañar que las primeras comunidades humanas fueran matriarcados y que la primera gran divinidad en ser adorada tuviera forma de mujer (variaciones aparte, se le llamó Astarté, Ishtar e Isis y se le representaba con la luna).

Lo que representa un duro golpe para los salvajes nobles que protagonizan la cinta no es que sus usurpadores les den una golpiza debido a sus adelantos técnicos, o que utilicen al sagrado mamut para construir pirámides (más de eso en un momento), el verdadero golpe es que el nuevo mundo adora a un dios solar y su representación humana es un hombre, teniendo como consecuencia que la mujer sea cosificada y el respeto a la vida deje de ser una prioridad. Este cambio de guardia se habrá llevado algunos miles de años pero para fines prácticos en la película toma menos de dos horas, en las que queda más que claro las diferencias entre uno y otro sistema religioso.

Otro elemento interesante, y que de entrada podría parecer falso o exagerado, es que los malos de la historia –los que contratan a los bárbaros para que les consigan esclavos-, a pesar de estar en Egipto recuerdan mucho con sus vestimentas a monjes hindúes lo cual no es descabellado pues los orígenes del culto solar (dentro del cual figura el mismo cristianismo) teorícamente se remontan a la India, lugar de donde irradió a otras latitudes incluyendo Egipto, en donde se perfeccionó y desarrolló.

Más que ser una anacronía, 10000 a. c. entra en el subgénero cienciaficcioñero de la ucronía: historias en donde se narran como sería la vida la en la Tierra si el devenir histórico hubiera sucedido de otra forma. Sólo así pueden explicarse que los protagonistas lleguen de Europa al África Tropical nomás cruzando unas lomitas, de ahí se pasen a las sabanas para conocer a varias tribus de gente de color serio (incluyendo pigmeos), y terminen en Egipto, siendo testigos de la construcción de las primeras pirámides, en las que se utilizan mamuts que, debido al intenso calor, han perdido gran parte de su característico pelaje. También así se explica que los traficantes de esclavos sean árabes, pueblo que comerció con humanos durante la época de colonización y de quienes se sospecha fueron los que inventaron el mito del canibalismo en África. En fin, que la cinta está llena de licencias narrativas todas justificables y ninguna basada de primera intención en prejuicios, o por lo menos de forma no tan evidente, y sí para poder narrar el cambio de visión, ideología y estilo de vida de forma contundente.

10000 a. c. podrá ser todo lo jalada, improbable, efectista o falsa que quieran, lo que si hay que tener en cuenta es que son pocos los intentos dentro de Hollywood por ofrecer un cine con una carga cultural tan amplia. La película podrá ser o no interesante por si misma, y viéndola como una mera cinta de acción cumple con ese objetivo, pero la verdadera riqueza de 10000 a. c., y del cine en general, es observar el trasfondo que llevó a su realización, sólo así puede obtenerse una visión mas amplia y convertir al cine en un verdadero medio de comunicación.



10,000 A.C.

(10,000 B.C.)


Dirección: Roland Emmerich; Guión: Roland Emmerich, Harald kloser; Producción: Roland Emmerich, Mark Gordon, Michael Wimer, aaron Boyd, Oswald von Richthofen; Fotografía: Ueli Steiger; Música: Harald Kloser, Thomas Wander; Edición: Alexander Berner; Con: Steven Strait (D'Leh), Camilla Belle (Evolet), Cliff Curtis (Tic 'Tic), Joel Virgel (Nakudu), Mo Zinal (Ka'Ren), Nathanael Baring (Baku)

Estados Unidos – Nueva Zelanda, 2008 109 min.