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EL CLON DE HITLER

Por: Rodrigo Vidal Tamayo


¿Quién es el Anticristo de las Centurias de Nostradamus? ¡El clon de Hitler! ¿Quién convertirá todas nuestras sinagogas en infiernos? ¡El clon de Hitler! ¿Quién fue clonado antes que Dolly? ¡El clon de Hitler! ¿Quién patea a sus hijas y sin embargo se preocupa por ellas más que la madre? ¡El clon de Hitler!


Si ustedes creían que el primer clon que existió fue la oveja Dolly están bastante equivocados. Durante los años 70 se llevaron a cabo varios experimentos dedicados a lograr copias perfectas de organismos pluricelulares más "complejos" que las plantas, las cuales pueden clonarse de manera sencilla (para los biólogos, claro) por medio de la propagación y la micropropagación. Varias ranas y ajolotes fueron sujetos a experimentos para obtener lo que podría ser la panacea para enfermedades como la leucemia, las disfunciones renales, la cirrosis e incluso el alzheimer. Dolly cobró fama ya que fue el primer mamífero (que para los médicos y los biólogos de fin de semana son los seres más "avanzados") nacido de la inserción del material genético de un organismo adulto en un óvulo, el cual comenzó a desarrollarse igual que si hubiera sido fecundado. El siguiente paso, que sería experimentar con primates, incluido el humano, es hoy una realidad más tangible que un viaje tripulado a Marte o la salvación del lobo mexicano, lástima de las trabas fanáticas de las sectas religiosas.


Existe, sin embargo, la leyenda que dice que durante la Segunda Guerra Mundial los alemanes experimentaron con fetos y células madre humanas y lograron el viejo sueño de la vida eterna para Adolf Hitler, por lo menos a través de copias genéticamente iguales, que quizás con una educación y experiencias similares a las vividas por el Führer podría, al cabo de unos años, reclamar el trono que los Aliados le arrebataron. Según los archivos secretos del Mossad una de esas copias pudo haber nacido en México…



Dirigida por Christian González, la mente más propositiva del cine mexicano, El Clon de Hitler viene siendo algo así como una segunda parte no oficial de Los Niños del Brasil que resulta ser, pese a las nefastas actuaciones y lo insulso del guión, un festín de encantadora psicotronía pura, que tanta falta le hace a ese desierto de ideas que es nuestro cine nacional.


La película comienza con una banda de aproximadamente 15 chavos patrullando la colonia donde son la ley, sólo para ser sorprendidos por el recién salido del reclusorio Hitler (Iván "El Ruso") y su obeso PATIÑO (así, con mayúsculas) quienes los persiguen para ponerles una madriza y demostrar quién es el verdadero rey del barrio. Lo que pudo ser una excelente escena de golpes y porrazos es evitada cuando el PATIÑO se detiene a jambarse unas discutidísimas quesadillas.
Como pueden darse cuenta estamos ante la presencia de un videohome (cine en 16 mm, nos corregiría Gibrán González) que a pesar de lo ridículo que parezca es divertido por su simpleza y sinceridad, amén de contener varios elementos que ya quisieran esas películas que tratan de reflejar la realidad de las zonas urbanas mexicanas. El Hitler es algo así como un Robin Hood ojete del oriente de la ciudad de México, que vende droga, mata gente y roba pero sólo lo hace para dignificar la vida de sus vecinos (que no por nada, pero también son drogos, rateros y asesinos). Más que nada, el proceder del Hitler tiene como motivo alejar a sus hijas de una vida de vicio y depravación a la que indudablemente las conduce la zorra de su madre.



La historia que cuenta el filme es aderezada con las aventuras de un trío de judiciales corruptos que quieren reventarse al Hitler a como dé lugar para dominar el bajo mundo y por el romance de El Cebra, interpretado por el tristemente célebre Flavio Peniche, con la sabrosísima hija mayor del Hitler.


Para poder visualizar esta película hay que tomar en cuenta varios puntos. La forma en que es mostrada la gastronomía mexicana (las grasosas quesadillas mencionadas anteriormente) es algo raro para nuestra cinematografía actual, exceptuando al infravalorado videohome, y no solo eso, el mostrarla en su hábitat natural (un puesto de garnachas sobre la banqueta), la convierte en el vehículo ideal para darla a conocer en el extranjero.


El típico mercado de barrio es también mostrado en todo su esplendor, con sus puestos de frutas y verduras, sus poco higiénicas carnicerías, sus mercerías y locales de chucherías y con toda la gente que acude a esos lugares, que ya se encuentran en peligro de extinción.
Las extrañas formas de amistad que se dan entre los mexicanos también son desmenuzadas en El Clon de Hitler. La comadre, madrina de bautizo de la primera hija del Hitler, es el brazo derecho de éste y es leal y pareja con él hasta la muerte, uno llega incluso a pensar si no habrá algo más que compadrazgo entre ellos.


Las oscuras regiones poco exploradas de la religión también tienen cabida en esta cinta. El Hitler es fanático de, valga la redundancia, Hitler, pero ese fanatismo es a veces opacado por el que le rinde a la Santa Muerte, patrona en México de la mafia y el crimen organizado.


Haciendo a un lado el enfoque sociológico puede decirse que El Clon de Hitler es una película tonta pero divertida por lo absurda que es. El Hitler golpea y maltrata a sus hijas pero lo hace "por su bien", mucho más de lo que podría decirse de la madre de estas, quien se olvida de sus responsabilidades para con ellas e incluso las incita a allegarse al malvivir con los abusos que les propina.


Las actuaciones son de muy mala calidad pero quizás por eso sean atractivas. Iván "El Ruso" solo nos recuerda al líder del Tercer Reich debido a un bigote mal pegado debajo de su nariz y por alzar la mano de vez en cuando para decir "¡heil!". Las hijas son interpretadas por dos desconocidas que lo seguirán siendo, pues sus dotes histriónicas están para llorar, no así sus atributos físicos, por lo que sería mejor que se dedicaran al modelaje. El infaltable Carlos Samperio nos deleita con otra de sus actuaciones mundanas y vulgares, aclaro que no estoy diciendo que sea mala, sino que Samperio tiene la facilidad de imitar el habla y comportamiento del capitalino promedio, quizá por serlo. Pero la actuación que se lleva las palmas es sin duda la de Flavio Peniche, quien en un ejercicio fársico nos muestra a un malviviente querendón y que además es todo un profesor de latrocinio.


En corto, El Clon de Hitler es una muestra de lo que el videohome es capaz de entregarnos: cine sin pretensiones hecho por y para el pueblo, sencillo y divertido. Lástima que no haya una segunda parte pues el personaje da como para crear una franquicia que, sin exagerar, podría darnos otro héroe de la ciencia ficción mexicana.



EL CLON DE HITLER



Director: Christian González; Guión: Ignacio Rinza; Productor: Felipe Pérez Arroyo; Edición: Oscar Medina; Fotografía: José Luis Lemus; Música: Music & Images; Con: Ivan el Ruso (El Hitler), Fernando Saenz, Carlos Samperio, Alan Ciangherotti, Flavio Peniche, Gabriela del Valle, Viviana Barradas, Lilly, Alejandro Vega (el PATIÑO), Ricardo López


México, 2003 90 min.

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