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SWEENEY TOOD: EL BARBERO DEMONÍACO DE LA CALLE FLEET

La insoportable inmutabilidad de Tim Burton.

Por: Rodrigo Vidal Tamayo



Tim Burton francamente ya aburre.



No contento con entregarnos (casi) siempre los mismos filtros de color, la misma fotografía, la misma estética “retorcida”, y los mismos personajes (ojo, no me refiero a los mismos actores, eso es mera coincidencia), ahora se le ocurrió al profeta gótico/darketo/emo la puntada de dirigir un musical. Algo tan necesario como un agujero en nuestras cabezas. Y por supuesto que el resultado es de esperarse: una película sosa, mediocre e intrascendente, con personajes fácilmente olvidables y una historia bastante floja debido a lo mucho que quiso apretar, sin olvidar la noñez de las canciones.



Creo que el problema de Burton radica en que es tanto su ímpetu por quedar bien con los altos mandos, que en aras de complacer a la taquilla se abstiene de dejarse llevar por su creatividad, coartando su libre expresión. El germen de magníficas ideas se observa en Big Fish, Mars Attacks! y Sleepy Hollow, pero el resultado final siempre se queda a medias, dejando una sensación de incompletencia (neologismo: incompleto + incompetencia), en la que lo expuesto no cuaja al no cerrar la propuesta, ni de manera visual, ni literaria.



Por otro lado, el problema de que sea un musical puede depender de los gustos de cada quien, lo cierto es que los expertos en cultura admiten que, como forma de expresión artística, los musicales pueden considerarse dentro de la categoría kitsch, es decir, aquello en donde lo feo se contextualiza y es fabricado de forma voluntaria. No es de extrañar que los gringos los adoren, a pesar de gozar de una estructura musical repetitiva y dudosa calidad artística, pues es de las pocas muestran de cultura propia que han sabido internacionalizar.


Sweeney Todd es una película más de Tim Burton. No importa que Johnny Depp haya ganado el globo de oro a mejor actor o que este nominado al oscar en la misma categoría, aquí puede observarse que será todo lo carismático que quieran pero es un actor con un registro muy pobre, capaz de apantallar a bobos con caracterizaciones fársicas que son más forma que fondo. Con Helena Bonham Carter sucede lo mismo, con la diferencia de que no tiene la capacidad de llenar la pantalla como la tiene Depp. Tampoco importa que sea una película violenta, pues hasta Disney hizo Piratas del Caribe. Menos importante es que sea la adaptación cinematográfica de un musical basado en hisotrias folclóricas inglesas sobre un barbero asesino, a fin de cuentas uno abandona la sala y no hay nada que discutir: la película no aburre pero tampoco interesa.



La cinta está compuesta por dos historias que corren paralelas y que se cruzan de forma bastante artificiosa. Una es la historia de Benjamin Barker, barbero desterrado de Londres por el simple hecho de esposarse con la deseada de un juez. Años después Barker regresa a Londres convertido en Sweeney Todd, un alter ego deseoso de venganza y poco interesado en el destino de su exfamilia. La otra historia relata el cortejo de Anthony –supuesto salvador de Barker– hacia Johanna, la hija de Barker, secuestrada por el juez corrupto.


Por un lado podemos ver los asesinatos que en nombre de la misantropía Barker/Todd comete, y como éstos llevan a florecer el negocio de pasteles de carne de la señora Lovett. Dicha situación comprende el grueso del metraje, mientras que la historia romántica (¡Gracias a Marx!) se lleva aproximadamente 15 minutos. Puede inferirse que la película exige una disposición mayúscula a aceptar la historia contada pues el eje narrativo –otorgado por las canciones- es demasiado laxo, privilegiando la imagen sobre el desarrollo de los personajes, situación que Burton no quiso, o no supo, modificar del musical original. ¿Entonces cuál es el objetivo de realizar una adaptación?


Otro problema es el ritmo tan inconstante que la película tiene. A ratos avanza muy rápido y en otros va demasiado lento. Y no me refiero a las argucias que el director utiliza para dar la sensación del paso de tiempo, eso se da por entendido, hablo del transcurso de la historia, pues algunas partes merecerían entenderse más –a fin de enriquecer la situación- mientras que otras podrían obviarse.



En fin, que lo único que queda por mencionar es algo que he venido diciendo desde los albores de revistacinefagia.com: Burton forma parte de una selecta lista de creadores que tienen la mala maña de preferir hacer películas en donde el fondo se supedita a la forma, resultando en productos que captan la atención de la gente pero que, si se analizan a profundidad, no contienen sustento artístico real, o son meras copias de mala calidad. ¿No me creen? Si son fans de Burton háganse con copias de películas de Terry Gilliam y Jan Svankmajer, lo que vean les partirá el corazón… y les abrirá la cabeza a un mundo de verdadera imaginería y propuestas cinematográficas frescas.





SWEENEY TODD: EL BARBERO DEMONÍACO DE LA CALLE FLEET

(Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street)



Dirección: Bob Shaye; Guión: Bruce Joel Rubin, Toby Emmerich, James V. Hart, Carol Skilken, basados en la historia corta Mimsy Were the Borogoves, de Henry Kuttner y C.L. Moore (bajo el pseudónimo de Lewis Padgett); Producción: Michael Phillips; Fotografía: J. Michael Muro, Música: Howard Shore, Edición: Alan Heim; Con: Johnny Depp (Sweeney Todd); Helena Bonham Carter (Sra. Lovett), Alan Rickman (Juez Turpin), Timothy Spall (Bamford), Sacha Baron Cohen (signor Adolfo Pirelli), Jamie Campbell Bower (Anthony Hope), Jayne Wisener (Johanna), Laura Michelle Kelly (Lucy/Vagabunda)


Estados Unidos – Gran Bretaña, 2007 116 min.

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