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THE LAST MIMZY / Una aventura mágica

Por: Elizabeth Ugalde


En países como el nuestro se tiene la idea errónea de que la ciencia es aburrida, inútil (pues “no hay nada nuevo bajo el sol” así que “de científico, te morirás de hambre”) y exclusiva para nerds (entiéndase como gente poco agraciada, antisocial, bastante rara que se la pasa el día debajo de los libros y es incapaz de ser interesante para alguien que no sea de su círculo o hablar de cosas que estén fuera de su campo de acción). Como científica en ciernes puedo decir que no hay nada más lejano a esto, ya que aunque si existen los científicos acartonados y aclichados, me atrevería a decir que son minoría, y que la ciencia no tiene nada de aburrida e inútil, de hecho tiene tantas aplicaciones que pueden ser tan triviales o tan importantes como se quiera y eso la hace doblemente interesante, el problema es que existe tanto desconocimiento sobre el tema que se forman ideas equivocadas.


Siempre he creído que uno de los factores principales que marcan la diferencia entre un país desarrollado y otro “en vías de” es su educación, la forma en como se le va creando una mentalidad positiva, y triunfadora a un niño, y los temas con los que se le educan Frecuentemente se cae en el error de tratarlos como “discapacitados mentales”, con pretextos como: “eres muy chico para entender”, “cuando crezcas sabrás de qué hablo” y se opta por disfrazarles la verdad y contarles “cuentos chinos”,sin darnos cuenta que quizá ellos entiendan mejor de lo que nosotros lo hacemos pues no están viciados con ideas preconcebidas.



Así que cuando me topé con ésta película: “Mimzy: Una Aventura Mágica”, me llevé una grata sorpresa, pues es una película dirigida principalmente a ellos, (pero que atrae de igual forma a los adultos) en dónde son los principales protagonistas, interactúan con conceptos científicos de manera espontánea y se les trata con el “respeto intelectual” -por llamarlo de algún modo- que merecen.

La cinta aborda el género de la ciencia ficción de manera ágil y natural, sin necesidad de echar mano de costosos efectos especiales, como se ha vuelto costumbre en éste tipo de largometrajes únicamente para impresionar, por el contrario, su habilidad en el manejo del género radica propiamente en la historia, que recurre a datos y teorías científicas perfectamente comprobables (como en el caso de la araña y la construcción del puente ,la “bionanotecnología”,o la teoría cuántica de teletransportación) y a partir de ellos crea una historia que, si bien es cierto, ya ha sido contada en múltiples ocasiones (el inminente fin del mundo y cómo la humanidad trata de evitarlo), ésta vez cuenta con un ingrediente extra que me parece sumamente plausible: intentar que dos concepciones de la realidad diametralmente opuestas como lo son la ciencia y las creencias “New Age” –léase psíquico-religiosas- interactúen de manera eficaz e incluso complementarias.



En la actualidad existe una especie de tabú al respecto. Se cree que un científico no puede ser religioso, o al menos creyente, y viceversa, porque las principales bases de cada disciplina se contraponen. Mientras que el científico tiene que comprobar todo lo que ve, el creyente puede que crea lo que muchas veces ni siquiera él observa, sólo “siente”, de manera que se toma como una especie de traición y falta de ética ser partidario de ambas, cuando la historia nos arroja claros ejemplos de tal falsedad siendo el más prestigiado en la persona de Albert Einstein, quien nunca dejó que su fe y creencia en Dios interfiriera en la imparcialidad de sus experimentos y teorías. Así pues, en la cinta observamos cómo es la ciencia la que fundamentalmente da las respuestas, pero también que algunas de esas respuestas pueden ser obtenidas con ayuda de la amplitud de mente que mantienen las otras disciplinas.


Ya en diversas ocasiones se ha visto como el cine emplea a la ciencia como “demonio”, encargado de la destrucción masiva de países o incluso planetas enteros, ésto a raíz de que en nuestro mundo surgió el armamento nuclear y que, indebidamente, los científicos no mantuvieron ciertas normas éticas en su manejo, distribución y utilización que salvaguardaran nuestra seguridad (En su momento el mismo Einstein planteó la posibilidad de crear una normatividad al respecto). En éste caso la cinta nos sugiere el panorama con el que nos toparemos de seguir manejando esa ciencia irresponsable y a cambio también nos muestra los beneficios que se pueden obtener al emplearla para el bien común, como herramienta en pro de la humanidad y la naturaleza, y al ponerla cada vez más al alcance de todos.



Si bien la historia es sencilla y sin grandes pretensiones, desde un principio logra atraparnos y al final nos deja un excelente sabor de boca, además ésta bella historia está coronada con una magnífica fotografía que nos permite situarnos de manera correcta con el entorno que se va creando.


De entrada se observa en la pantalla a una Tierra pacifista e ideal de un futuro lejano, donde se muestra a un grupo de niños conversando telepáticamente con la que podría catalogarse como su maestra o guía, quien a su vez les narra la manera en que lograron llegar a ese nivel de evolución.


A partir de ese momento se hace un viaje en retrospectiva que sitúa al espectador en la época actual y se cuenta la historia de dos pequeños hermanos que durante sus vacaciones en la playa encuentran unos juguetes raros, que denominan trompos, y un muñeco en forma de conejo al que la pequeña Emma llamará Mimzy debido a una extraña petición, a la cuál seguirán muchas otras, de manera que la relación e interacción de ella y su hermano Noah con sus nuevos juguetes vendrá a posicionarse como la parte medular de la trama, en dónde los acompañaremos en las aventuras y vicisitudes que experimentan, y que con ayuda de un profesor de ciencias y su singular novia lograrán entender más claramente, para finalmente conseguir el apoyo de sus padres, al mismo tiempo que terminan por involucrarlos.



Así, en la cinta vemos desde mandalas hasta viajes en el tiempo, pasando por las sorprendentes lecciones de ingeniería que se pueden aprender de una araña y su telaraña, para concluir con un mensaje de tolerancia, humildad y la esperanza de que éste mundo tiene todavía una oportunidad siempre y cuando no dejemos de creer y sentir como lo hacen los niños.




UNA AVENTURA MÁGICA

(The Last Mimzy)

Dirección: Bob Shaye; Guión: Bruce Joel Rubin, Toby Emmerich, James V. Hart, Carol Skilken, basados en la historia corta Mimsy Were the Borogoves, de Henry Kuttner y C.L. Moore (bajo el pseudónimo de Lewis Padgett); Producción: Michael Phillips; Fotografía: J. Michael Muro, Música: Howard Shore, Edición: Alan Heim; Con: Chris O’Neil (Noah Wilder), Rhiannon Leigh Wryn (Emma Wilder), Joely Richardson (Jo Wilder), Timothy Hutton (David Wilder), Rainn Wilson (Larry White), Kathryn Hahn (Naomi Schwartz), Michael Clarke Duncan (Nathanial Broadman)

Estados Unidos, 2007 94 min.

Participaciones: Festival de Cine Sundance de Park City, Utah, Estados Unidos 2007; Festival Internacional de Cine de Berlín, Alemania 2007


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